Historia - Afroargentinos


Mano de obra colonial

 Como parte del proceso de conquista, el régimen económico de las colonias europeas en América desarrolló distintas formas de explotación forzada del trabajo de los nativos. Sin embargo, la relativamente baja densidad poblacional de algunos de los territorios americanos, la resistencia opuesta por algunos grupos aborígenes a la aculturación y sobre todo la elevada tasa de mortandad que el sometimiento, el tipo de trabajo y las enfermedades introducidas por los europeos provocó en la población nativa, llevaron a complementar la mano de obra que estos proporcionaban con esclavos procedentes del África subsahariana.


 Hasta bien entrado el siglo XIX, la explotación minera y la agricultura constituyeron el grueso de la actividad económica en América. Buena parte de este trabajo fue llevado a cabo por mano de obra en régimen de esclavitud o similar. Los africanos ofrecían a los conquistadores la ventaja de haber estado ya expuestos, por su proximidad geográfica, a las enfermedades europeas, y a la vez estar adaptados al clima tropical de las colonias. El ingreso de esclavos africanos comenzó en las colonias del Río de la Plata en 1588, aunque estos primeros arribos fueron en gran parte obra del contrabando, y el tráfico prosperó a través del puerto de Buenos Aires cuando se concedió a los británicos el privilegio de ingresar una cuota de esclavos a través de éste. Los reyes de España celebraban, para proveer esclavos a las Indias Orientales, contratos de asiento con diversas compañías, principalmente portuguesas y españolas. En 1713 Inglaterra, victoriosa en la Guerra de Sucesión española, ejerció el monopolio de este comercio. El último asiento se pactó con la Real Compañía de Filipinas en 1787. Hasta la prohibición de 1784 los negros eran medidos y luego marcados con hierro. 


 En cuanto a su procedencia antes del siglo XVI habían llegado esclavos en números relativamente reducidos a partir de las islas de Cabo Verde, pero la mayoría de los africanos que se introdujeron a la Argentina procedían de los territorios de la actual Angola, la República Democrática del Congo,Guinea y la República del Congo, pertenecientes al grupo étnico que habla la familia de lenguas bantú. De los grupos yoruba y ewé, que fueron llevados en grandes números al Brasil, la inmigración fue más reducida.


 Se calcula que 60.000.000 de africanos fueron enviados a América, de los cuales sólo llegaron con vida 12.000.000, que ingresaron fundamentalmente a través de los puertos de Buenos Aires, Montevideo,Valparaíso y Río de Janeiro. Los esclavos se destinaron a las labores de agricultura, ganadería, el trabajo doméstico y en menor medida la artesanía.


La situacion en Argentina

 El censo llevado a cabo por Juan José de Vértiz y Salcedo en 1778 arrojaba resultados muy elevados en las provincias de mayor producción agrícola: el 54% en la provincia de Santiago del Estero, el 52% en la provincia de Catamarca, el 46% en la provincia de Salta, el 44% en la provincia de Córdoba, el 42% en la provincia de Tucumán, el 24% en la provincia de Mendoza, el 20% en la provincia de La Rioja, el 16% en la provincia de San Juan, el 13% en la provincia de Jujuy, el 9% en la provincia de San Luis.4 En otras provincias constituían una parte importante de la población; uno de los barrios bajos de la ciudad de Corrientes lleva hasta hoy el nombre de Camba Cuá —del guaraní kamba kua, "cueva de los negros".


 En cuanto a la ciudad de Buenos Aires el mismo censo cifraba en 15.719 la cantidad de españoles, 1.288 la de mestizos e indios y de 7.268 la de mulatos y negros, mientras que en 1810 se contabilizaban 22.793 blancos, 9.615 negros y mulatos y tan sólo 150 indígenas. La zona más densamente poblada de negros estaba situada en el barrio de Montserrat, también llamado Barrio del Tambor, a pocas cuadras del actual Congreso de la Nación.



Las naciones





 Con el permiso de sus amos solían agruparse en sociedades a las que llamaban naciones, algunas de ellas fueron Conga, Cabunda, Africana argentina, Mozambique etc. Las sedes de ellas tenían en común ser lugares abiertos aplanados artificialmente y arenados para el baile; y otros cerrados con espacio interior libre. En algunos casos las salas eran alfombradas y encortinadas gracias al desprendimiento de algún amo. La nación tenía su rey y reina, (que en realidad eran elegidos democráticamente y no tenían corte) y contaban con un trono que se levantaba en el mejor lugar de la sala, con su bandera, que cada nación la tenía. También había un estrado o al menos una tarima, que entre otras cosas era utilizado para recibir a los grandes dignatarios, como Juan Manuel de Rosas, esposa e hija, como se los ve en un cuadro de Martín Boneo. En la sede se efectuaban tertulias y bailes. A su vez las sociedades de negros se aglomeraban en los barrios, como el del Mondongo o el del Tambor. El primero fue uno de los más importantes en Buenos Aires y se componía de 16 manzanas, en el barrio de Monserrat. Su nombre provino del hecho de que consumían grandes cantidades del mismo, que vendían los vendedores al grito de ¡Mondongo, Mondongo!. En cuanto al nombre Tambor, de la segunda, era muy común que siempre algún pueblo tuviera una nación con ese nombre, pues era su instrumento favorito para sus bailes y canciones.




Siglo XVIII y el inicio de la abolición

En 1801 las primeras milicias de negros se organizaron y reglamentaron en la Regimiento de Pardos y Morenos como un cuerpo militar segregado del resto.


Durante los días de las Invasiones Inglesas (1806) se originó un levantamiento de esclavos negros en Buenos Aires alentados por el auge del abolicionismo de la esclavitud en Inglaterra. Creían que la expedición inglesa llegaba principalmente para darles su independencia. Pero el general inglés, William Carr Beresford, no miró con simpatía este movimiento. El vocero de los porteños criollos, Juan Martín de Pueyrredón (que días después reorganizara la reconquista), argumentando que la ruina amenazaba al país si no se suprimía la ilusión de los esclavos, le reclamó medidas en favor de sus haciendas y en consecuencia Beresford emitió un bando en el que ordenaba que se le hiciera entender a los esclavos que su condición de tales no variaría (“se los atajó a tiempo”, escribiría Pueyrredón en julio de 1806 en carta a su suegro en Cádiz). Esta medida contribuiría a la derrota de los ingleses, porque impulsó a los esclavos a combatir contra ellos.
Tras la derrota de los ingleses el Cabildo de Buenos Aires declaró como principal objetivo ver modo de desterrar la esclavitud de nuestro suelo.

En 1812 a Bernardo de Monteagudo se le impidió asumir como miembro del Primer Triunvirato, debido a su "dudosa filiación materna", aludiendo a sus antepasados africanos; paradójicamente uno de los impugnantes fue Bernardino Rivadavia, también descendiente de africanos.

 La Asamblea del Año XIII, el primer cuerpo constituyente de la Argentina, decretó la libertad de vientres, pero no reconoció el derecho a la libertad de los esclavos existentes. Muchos de ellos formaron parte de las milicias y tropas irregulares que más tarde conformarían el Ejército Argentino, siempre en escuadrones segregados. Podían sí no estaban conformes con su amo, solicitar ser vendidos e incluso buscar ellos mismos un comprador. 

Hasta la abolición de la esclavitud en 1853, la Ley de Rescate obligaba a los propietarios de esclavos a ceder el 40% de los mismos para prestar servicio militar. Los que desempeñasen cinco años completos de servicio obtendrían la libertad, pero rara vez fue ese el caso.

Los ejércitos de la independencia reclutaron a gran cantidad de los esclavos que existían en los territorios conquistados a los realistas, ofreciéndoles a cambio la libertad. Muchos de ellos integraron el Batallón Nº8, que formó parte de la línea de choque en la batalla de Chacabuco donde registraron gran cantidad de bajas.
Durante el gobierno de Juan Manuel de Rosas la población negra de Buenos Aires llegó al 30%. De esa época data la celebración de los carnavales en su forma americana, y el desarrollo de ritmos como el candombe y la milonga que pasarían a formar parte integral del folclore de Argentina. De Rosas se cuenta su gran aprecio por la población negra, y su frecuente asistencia a los candombes. Muchos de los gauchos que desarrollaron tareas en el campo en esa época eran afroargentinos.

En 1837 Rosas sancionó una ley que prohibía en forma expresa la compra venta de esclavos en territorio nacional y en 1840 hizo pública su declaración de la abolición total del tráfico de esclavos por el Río de la Plata en todas sus formas. La Constitución Nacional de 1853 abolió la esclavitud, pero legalmente recién con la reforma de la Constitución en 1860 la abolición quedó completa al establecerse la libertad de esclavos de extranjeros introducidos por sus amos al territorio argentino.
Durante la presidencia de Domingo F. Sarmiento (1868-1874) suceden los dos hechos a los que la historia tradicional asigna haber causado la muerte en masa de los afroargentinos: la Guerra del Paraguay (1864-1870) y la epidemia de fiebre amarilla en Buenos Aires (1871). Uno de los pasajes fundamentales del Martín Fierro, escrito en 1872 y considerado el libro nacional de la Argentina, consiste en dos encuentros del protagonista con gauchos negros: al primero lo asesina con evidente desdén racista en la primera parte del libro, y con el otro, que resulta ser hijo del primero, varios años después, sostiene una famosa payada.
El novelista Martínez Zuviria (conocido como Hugo Wast) publicó, en 1904 "Alegre", la única novela de la literatura argentina que tiene como protagonista y como héroe a un inmigrante africano en situación de esclavitud. Martínez Zuviría escribió esta novela entre los años 1902 y 1904, durante la Presidencia de Julio Argentino Roca, cuando se imponía la idea europeizante de los gobiernos conservadores que pretendía negarle a los afro-argentinos una parte de la identidad nacional. Alegre es una novela muy influida por el libro abolicionista La cabaña del tío Tom -Lee mas de este libro en la sección Cultura y Arte- que desató la guerra civil en Estados Unidos al ser censurado por considerar a un negro africano como héroe. Alegre es el nombre del protagonista: un joven africano de piel negra que realiza inmumerables hazañas y tiene un corazón sensible y altruista.
Después de abolirse la esclavitud los afroargentinos vivieron en condiciones miserables y discriminados. Prueba de ello es que de los catorce colegios existentes en Buenos Aires en 1857 solo dos admitían niños negros, a pesar de que el 15% de los alumnos de ese año eran de color. Similarmente, en 1829, en Córdoba sólo podían ingresar a los colegios secundarios dos afros por año; y a la universidad sólo tuvieron acceso en 1853.
Los afroargentinos comenzaron a publicar periódicos y a organizarse para la defensa común. Uno de los periódicos, “El Unionista”, publicó en 1877 una declaración de igualdad de derechos y de justicia para todas las personas sin importar el color de la piel. En uno de sus números decía:
...la Constitución es letra muerta y abundan los condes y marqueses; los cuales, siguiendo el antiguo y odioso régimen colonial pretenden tratar a sus subordinados como esclavos; sin comprender que entre los hombres que humillan hay muchos que ocultan bajo su tosco ropaje una inteligencia superior a la del mismo que ultraja.

Otros periódicos fueron La raza africana, o sea el demócrata negro y El proletario (ambos de 1858). Hacia 1880 en la ciudad existían alrededor de veinte periódicos de esta índole.
También incursionaron en la política. Por ejemplo, José M. Morales, activo coronel mitrista, llegó a ser diputado provincial, constituyente y luego senador provincial en 1880, mientras que el coronel Domingo Sosa llegó a ser diputado en dos oportunidades y constituyente provincial en 1854.






¿Qué sucedió con la población afroargentina?

 Tradicionalmente se ha afirmado que la población negra en la Argentina disminuyó desde comienzos del siglo XIX hasta prácticamente desaparecer. Sin embargo, el censo piloto realizado en dos barrios argentinos en 2005sobre conocimiento de antepasados provenientes delÁfrica negra verificó que un 3% de la población sabe que desciende de africanos. Teniendo en cuenta que la inmigración europea explicaba más de la mitad del crecimiento de la población argentina en 1960, algunos investigadores sostienen que antes que disminución lo que hubo fue un proceso de "invisibilización" de la población afroargentina y sus raíces culturales.

 Las teorías que sostienen el genocidio, así como la disminución de la población, utilizan argumentos similares, pero se diferencian por la atribución de intencionalidad que la primera atribuye a las clases dirigentes. Entre las causas expresadas se destacan:

las numerosas bajas causadas por las contiendas:

Los negros formaron parte de manera desproporcionada del ejército argentino en la cruenta y larga Guerra del Paraguay (1865-1870), en la que las pérdidas de vidas por ambas partes fueron elevadas. La historiografía "oficial" sostiene que esta circunstancia produjo la desaparición de la población negra, mientras que la que sostiene el genocidio dice que el reclutamiento desproporcionado fue intencional.

-las epidemias, en especial la de fiebre amarilla de 1871.

-la emigración, en particular al Uruguay, donde la población negra había sido históricamente más numerosa y contaba con un clima político más favorable.

-la inmigración masiva procedente de Europa entre 1850 y 1950, fomentada por la Constitución Nacional de 1853,12 que multiplicaría rápidamente la población del país. Los inmigrantes europeos habrían desplazado real y simbólicamente a los negros, siguiendo el proyecto de la clase dirigente de europeización de la Argentina.

 Algunos de los escasos investigadores de la situación de los afroargentinos al finalizar el siglo XIX, han sostenido que su supuesto desplazamiento por parte de los inmigrantes europeos no resulta compatible con el hecho de la alta tasa de masculinidad de estos últimos. Por el contrario, ese dato sugiere fuertemente un alto grado de mestizaje entre europeos y afroargentinas.
 También hay que tener en cuenta que los inmigrantes europeos no se radicaron masivamente en las provincias norteñas, donde la población negra era predominante.
En 1887 el porcentaje oficial de población negra fue computado en un 1,8% del total. A partir de ese momento no será registrada en los censos. La posición del Estado volvió a hacerse explícita al realizarse el Censo Nacional de 1895 cuando sus responsables afirmaron:
No tardará en quedar la población unificada por completo formando una nueva y hermosa raza blanca.
A partir de entonces y durante casi un siglo, en la Argentina prácticamente no se realizaron estudios referidos a los afroargentinos.
 A partir de la década de 1930 comenzaron a producirse grandes migraciones internas de trabajadores campesinos hacia Buenos Aires y otros centros urbanos buscando integrarse como obreros fabriles en el proceso de industrialización abierto entonces. A partir de la década de 1940 su presencia se hizo multitudinaria y fueron llamados despectivamente por amplios sectores de clase media y alta, cabecitas negras.
 Recién en las últimas décadas han comenzado a aparecer investigaciones tanto históricas como sociológicas orientadas a la población negra, con resultados que han sido recibidos con sorpresa, y en algunos casos rechazo, por amplios sectores. Los mecanismos de invisibilización y discriminación física y cultural de los afroargentinos tuvieron una manifestación publica en 2002, cuando una funcionaria de migraciones denunció erróneamente a una ciudadana argentina por falsificación del pasaporte, argumentando que "no podía ser argentina y negra". En los últimos años se han multiplicado los estudios, actividades y organizaciones relacionadas con la población afroargentina. El resultado general indica una presencia tanto física como cultural mucho mayor que la que se suponía oficialmente.


Influencia Cultural






 Es posible que el efecto más duradero del influjo negro en la Argentina haya sido el tango, que cobra parte de sus características de las festividades y ceremonias que los esclavos desarrollaban en los llamados tangós, las casas de reunión en que se agrupaban con permisos de sus amos. Aunque aún no está demostrado fehacientemente, se considera que también la milonga (como danza) y la chacarera se nutren de su influencia, así como la payada; amén del ficticio moreno del Martín Fierro, fueron famosos los payadores Gabino Ezeiza e Higinio D. Cazón. El pianista y compositor Rosendo Mendizábal, autor de El entrerriano, era negro, así como Carlos Posadas, Enrique Maciel (autor de la música del vals La pulpera de Santa Lucía), Cayetano Silva, nacido en San Carlos (Uruguay) y autor de la música marcha San Lorenzo, y Zenón Rolón, quien escribió numerosa música académica, como la Gran marcha fúnebre que en 1880 se ejecutó en honor al Libertador José de San Martín al ser repatriados sus restos.

 El habla coloquial del español en la Argentina aduce muchos términos negroafricanos, por ejemplo mina (sinónimo de mujer), mucama, mondongo, quilombo, marote, catinga, tamango, mandinga y milonga, empleándose muchos de ellos en el lunfardo. En lo religioso, además de las festividades de carnaval, la veneración de san Benito y san Baltazar, el rey mago negro, aún venerado popularmente en gran parte de Corrientes, este del Chaco y norte de Santa Fe. Sin embargo, el racismo sigue siendo importante. Los términos negro, negrita, morocho y cabecita negra —dirigidos hacia personas de otra clase social, pero con un fuerte contenido semántico vinculado a la raza— siguen siendo utilizados, aunque sus víctimas a menudo son personas de origen amerindio e incluso de origen europeo.





Poemas Afroargentinos


En medio de mi pueblo estoy aislado,
porque donde mi cuna se meció
con ímpetu arrojada de su lado,
una raza de parias ha quedado
y a aquella raza pertenezco yo.
Y ni patria tenemos, si existe,
de su seno nos supo conscribir;
las cargas sean para un hombre triste.
Y si un solo derecho nos asiste,
ha de ser el derecho de morir.
(1869) Horacio Mendizabal, poeta afroporteño.



Ya no hay negros botelleros,
ni tampoco changador,
ni negro que vende fruta,
mucho menos pescador;
porque esos napolitanos
hasta pasteleros son
y ya nos quieren quitar
el oficio de blanqueador.
Ya no hay sirviente de mi color
porque bachichas toditos son;
dentro de poco ¡Jesús por Dios!
bailarán zamba con el tambor.


Fuente: http://es.wikipedia.org/wiki/Poblaci%C3%B3n_negra_en_Argentina

(Seguiremos compilando información y posteandola poco a poco en esta sección)